El otro día, en uno de esos momentos en que pones la cabeza en OFF y sólo te concentras en cosas que te hacen bien con gente linda, me senté en mi diván y empecé a mirar videos, me gusta eso de mirarlos como productora de moda y descifrar que quiere trasmitir cada artista con la vestimenta, entonces empecé por los vídeos emblema de los 90’ y eso me llevó a Coldplay en el Superbowl de este año.

Esa mezcla perfecta, de Beyoncé, Bruno Mars y él, me traslada el cerebro a Uganda, por no decir que me lo explotó en mil pedazos. Desglosé como un cuadro sinóptico cerebral, cada paso que daban, pero lo que más me llamó la atención fue lo que me generó nuestra amada obra de arte llamada Coldplay.

Al empezar el vídeo, Chris, sentado en el piso, gritando “Look at the stars, Look how they shine for you”, donde empieza a correr, algo tan tipico de él, alrededor de cientos de jóvenes excitadísimos que corrían y saltaban mientras los fuegos artificiales hacían lo suyo.

Al entrar al escenario, a los saltos, Chris empieza con el típico tema que te pone la piel de gallina; Viva la vida. Entran los violines, para ponerte aún más adentro de esa burbuja de emociones.

El piso de escenario tenía esos colores psicodélicos típicos de toda puesta en escena de Coldplay. Empece a darme cuenta que nunca usaron un color triste, que denote algo oscuro, siempre usan esos colores llenos de vida. Incluso se puede ver en el vestuario de ellos mismos, nunca un color punk, nunca un color que denote melancolía. Acompañaron perfecto con flores colgando en los instrumentos, que explotan de alegría al empezar la increíble intro de Paradise.

Pensé, y me di cuenta que esta banda, era una de mis predilectas para sobrellevar momentos tristes. Hubo un click, un cambio tan notable que creo que todos se dieron cuenta como yo, que ahora, Coldplay no es la banda para cuando uno está apenado. Coldplay, ahora me llena de vida.

Solo basta con ver estos detalles, como se pudieron ver también, en el recital increíble que dieron en París, las pulseras de colores, los papeles en el cielo. Incluso en Argentina en febrero pudieron lograr la misma atmósfera. Y cuando de atmósfera hablamos, es notable el cambio de ánimo que podemos sentir. Coldplay te desgarra con un Fix you, con un Clocks, pero te explota el corazón cuando escuchas un Adventure Of A Lifetime o un Sky full of stars. Y ni les cuento lo que me genera Hymn For The Weekend, por qué no me alcanzan los caracteres.

Chris y sus secuaces desparraman por la tierra una sensación de vida, de esperanza, de belleza, que del cuerpo te empieza a desbordar las ganas de ser, de estar, de existir, de gritar, de correr, de respirar, de amar.

Nunca, aunque en sus épocas melancólicas nos hayan abatido con temas que te partían en mil pedazos, trasmitieron algún sentimiento de quebranto, desdicha, oscuridad. ¿Por qué? Por qué en todas sus letras nos prendían una luz cuando veíamos todo negro. Recuerden “Si nunca lo intentas nunca sabrás lo que realmente vales” o un “No me importa seguir y tropezar, porque en un cielo, en el cielo lleno de estrellas, te pude ver ahí”.

En ese momento, describí en pocas palabras lo que me generaba verlos, me llevaron al cielo. Gratis.

Agarren el pasaje que les regala esta celestial banda, y quédense un tiempo, que no se van a arrepentir. Vamos a citarlos de la mejor manera; Llámenlo magia, llámenlo verdad. Yo lo llamo magia, cuando los escucho.