El tema nació entrevistando a un amigo bajista. “Llega un momento de la vida”, comentó, “en el que dejas de escuchar música nueva. Todo suena refrito y ya no le aporta nada a tu vida. Por eso me concentro en los orígenes”.

Puede incluso sonar evidente que al llegar a cierta edad ya no se vibra de la misma manera con cierto tipo de bandas. Como si un filtro se activara de un día para el otro, dejas de emocionarte por lo nuevo, dándole más valor a las cosas que escuchabas a los 14, 18 o 21 años.

Del mismo modo, incrementa la tendencia a criticar ferozmente muchas novedades que parecen pastiches prefabricados. Es la edad.

Un estudio (de esos con base un poco turbia) demostró que con el tiempo el gusto musical se vuelve más exquisito. De hecho, concluyen que la edad exacta en la que nos dejamos de interesar por lo nuevo es a los 33 años.

Este gráfico dicta la sentencia: “En promedio, el gusto musical de la gente evoluciona rápidamente hasta los 25, antes de entrar en la madurez a mediados de los 30”.

(Pueden leer el informe completo, en inglés aquí: http://ow.ly/MSoQl )

Hoy en día, innovar en la industria musical es bastante complicado. Algunos dicen, incluso, que ya todo está inventado (y las razones sobran). Sin embargo, de vez en cuando surge alguien que recoge ese legado clásico para dar forma a un sonido verdaderamente refrescante, usando técnicas poco exploradas con anterioridad. Entonces, eso de “Todo tiempo pasado fue mejor” en la música es una percepción generacional y cíclica, pero a veces también equivocada.

Darle la espalda a las bandas nuevas es caer en el estancamiento, negar a los artistas la posibilidad de aportar algo y como bien dicen: estancarse es morir.

Todo público es vulnerable y la industria te va a taladrar con lo que quiera venderte, pero basta un poco de paciencia y la url correcta para encontrar de todo. Así que quizás esa banda no es una mierda, quizás el concierto no estuvo del todo aburrido, quizás solo te estás haciendo mayor para ese tipo de música.