MARIANELA VANNUCCI 

La La Land, la segunda película del director Damien Sayre Chazelle conquistó al mundo y se colocó como una de las producciones favoritas en el2016.

La cinta acumuló casi 200 nominaciones de diferentes festivales, asociaciones y premios de Academias de cine.

Con la música de Justin Hurwitz, compositor instrumental que ya conocimos masivamente en Wiplash, galardonado maratónicamente en los últimos años, demuestra que su trabajo en estado de perfección, puede seguir generando sentimientos únicos en cada pieza cinematográfica.

Así como Whiplash, La La Land fue escrita por el mismo Chazelle en un intento por mostrar su relación con el arte y la música. El mismo Demien contó “Ambas tratan algo que es realmente personal para mí: cómo equilibrar la vida y el arte, como equilibrar la realidad y los sueños… Cómo equilibrar su relación con su arte y su relación con otras personas”.

Ryan Golsling, un músico de jazz que aspira a ser famoso conservando el purismo del género de antaño, una tarea difícil en un mundo lleno de música fusión que dejó atrás el jazz puro de época. Ryan (Sebastian) Anhela ser propietario de un club de jazz clásico, después de varios golpes en su carrera músical.

En cuanto a Emma (Mía) es una camarera que sueña con las grandes ligas. Ambos se encuentran golpeados por el destino, pero se unen en una atmósfera que nos recuerda la exquisitez y romanticismo de la época dorada de Hollywood (lugares, trajes, maquillaje, los colores y la iluminación), con una historia única y posmoderna. Esa magnificencia de la época la disfrutamos gracias al uso del viejo sistema de formato ancho del cinemascope (que apareció en los años cincuenta para combatir al auge de la televisión) y así disfrutar de la música, solo como Chazelle sabe deleitarnos.

Evidentemente es un musical que se convirtió indudablemente en una película exitosa mundialmente, pero que también ha accedido a ser de culto para los fans.