. Quarter Rock Press - Mi primer encuentro con la música
 
 
   

Mi primer encuentro con la música

DONAJÍ LOBATO - Periodista y Editora El Informador

(@ericadonaji)

 

Inicio esta nueva experiencia como parte del equipo de Quarter Rock Press, y no sólo estoy feliz, sino que me siento emocionada por cómo fue que la oportunidad de escribir por acá, parte de mis pensamientos, opiniones y divagues personales, llegó de repente a mi vida. ¿Así es como suceden las mejores cosas, no? Por sorpresa, coincidencia o por destino… Sea lo que sea, llegó y aquí estoy escribiendo. Fluyamos, entonces.

¿En qué momento conocí la música? ¿Cómo fue que descubrí que era parte de mi esencia? ¿Dónde se originó mi gusto por escuchar -y sentir- la sincronía perfecta entre ritmo, letras y melodía? Lo más inusual es que nunca me había puesto a analizar específicamente la respuesta a estas interrogantes, hasta hoy.

Mi amor, pasión e influencia por la música viene desde que llegué a este mundo, es más, está en mi genética, mis padres son amantes del arte y por supuesto de ella, de todos sus géneros, formas, colores y sabores, sí, igual que yo. El día en que nací mi papá hizo circo, maroma y teatro para meter una grabadora al quirófano (no, no es broma) para que sonará la tonada ‘Only You’ de The Platters, grandes del R&B estadounidense, mientras su hija única nacía. Los acordes de una melodía fueron el primer sonido que mi cerebro captó al nacer, incluso antes de la voz de mi mamá. Ella cuenta que desde que estaba en su panza, ambos me cantaban y ponían los acetatos de Patsy Cline, icono del sonido Nashville de los años 60’s, en un antiguo tocadiscos que adornaba la sala sólo para bailar ‘Crazy’, justo cuando sentían que me movía.

Durante mi niñez, en casa se escuchaba a Paul Anka y Louis Armstrong mientras leíamos, B.B. King siempre me ayudó a concentrarme al hacer la tarea y tengo recuerdos de las mejores tardes jugando al lado de mis primos mientras dábamos volteretas con el country de Johnny Cash. Los viajes largos en carretera se convertían en una experiencia de otro mundo cuando mi papá o mi abuelo ponían en el radio del coche los cassettes de los Creedence Clearwater Revival o de The Bee Gees. Ya de adolescente, las canciones de Janis Joplin, Nina Simone, The Doors, The Beatles, el enorme Elvis Presley, Queen y por supuesto, el camaleónico David Bowie me acompañaron.

Estos son sólo algunos de los artistas que marcaron el encuentro con lo que ahora es esencial para mi día a día, con lo que me conecta con mi entorno, me comunica, con quien me ha acompañado en mis 26 años de vida, en momentos de infinita felicidad y por supuesto, de inmensa tristeza: la música. Cuando me he sentido perdida o enamorada, sola o acompañada, todas mis historias vienen con un playlist incluido.

Quizá en otra ocasión pueda platicar sobre otras bandas, ya más actuales, que han hecho de mi melomanía el equilibrio perfecto entre mi corazón a la ‘old school’ y mi búsqueda incesante por conocer nuevas propuestas musicales, dejándome sorprender por ellas. Todo en justa medida, el chiste es disfrutar, ¿o no?

 

Corona

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