MARJORI HADDAD - Periodista y locutora La Mega FM
(Twitter: @marjorihaddad)
Esta es, sin duda alguna, la polémica más ridícula de la que he sido testigo en mucho tiempo. Y una vez más, vuelve a tener como protagonista a Twitter, una red social donde la frontera entre la información relacionada con el mundo de la música y la referente al corazón se desdibuja casi completamente. Son infinitos los medios que hacen eco de cualquier tuit como un evento relevante, cuando en su mayoría de trata de narcisistas vaporizando alrededor de su propio ego.
Hace unos días Kanye West decidió cambiar el nombre de su próximo álbum de 'Swish' a 'Waves', mas tarde recibió una dosis de marketing gratuito cortesía de Wiz Khalifa. Este le envió un mensaje público a Kanye para que no usara la palabra 'Waves' ya que el único que podía usar ese o cualquier otro término relacionado era el rapero Max B, quién se encuentra en prisión y que es nombrado por ser la fuente de todo lo 'wavy' en el rap moderno.
El ego de Kanye West no tomó con tranquilidad la solicitud de Wiz Khalifa y fue en ese momento que comenzó una guerra sin cuartel despotricando la carrera de Wiz, su estilo y su familia en una serie de tuits, que terminaron por incluir a Kim Kardashian, Amber Rose (la ex de West que atrapó a Wiz) y las preferencias sexuales de Kanye.
Es inevitable ahora valorar al rapero en el aspecto musical o personal, pero no hay que ser demasiado inteligente para darse cuenta que todas sus polémicas son intencionales y premeditadas. Muchos intelectuales de la música moderna pueden sentirse ofendidos, pero de verdad, no comprendo a Kanye West. No entiendo por qué el planeta ha de convulsionar cuando tuitea. Y menos concibo la existencia de críticos abducidos adulan su trabajo como si se tratara de un ser sobrenatural.
La gracia del hip-hop está en su genuina capacidad de abstraer conceptos, abrir realidades y dejar mensajes racionales en las letras, tópicos inteligentes, divertidos, importantes, referenciales.
Como letrista, Kanye ha perpetrado el género en los bajos estándares, el misógino, el que se convierte en el enemigo. El disco 'Yezuz', por ejemplo, es musicalmente agradable, pero su actitud lírica representa todo lo que está mal del empoderamiento del género. El que vulgariza el lenguaje y lo usa para presumir su dinero y sus mujeres. ¿En qué momento perdió el norte? ¿Dónde dejó la contracultura inherente al hip-hop?
El punto es que por situaciones como esta West vive en el cielo, un olimpo donde puede humillar a quien provoque y twittear como quinceañera acompañado del trasero de su esposa.
Aunque quizá más preocupante que la actitud del rapero, son los titulares de la prensa a propósito de la polémica “No creerás lo que tuiteó el esposo de Kim Kardashian” Y bajo estas líneas el screenshot del timeline e cuestión. ¿Para qué transcribir? ¿Qué senido tiene analizar, comprender y explicar las noticias importantes de verdad si se pueden sumar a la burla virtual? Después de todo, de eso se trata la democracia.
La ocasión viene ideal para compartir una apropiada reflexión de la periodista Soledad Gallego-Díaz:
“Los periodistas están tan preocupados escribiendo en sus tabletas, que no escuchan. Si estás transcribiendo lo que ves en internet, no te das cuenta de lo que pasa. Y sobre todo no vives el instante en que se te enciende la bombilla y dices: lo que me está haciendo este señor es absurdo. La inmediatez de la web tiene un resultado depredador sobre las capacidades de los periodistas”.
A estas sabias palabras podría agregar que, en nuestra época, la inmediatez de la web también tiene consecuencias depredadoras sobre las capacidades de la gente en general.
